• A poca profundidad se puede apreciar una de las especies con mayor protagonismo en la historia de la ciencia, la Acetabularia acetabulum, también conocida como A. mediterranea

MIGUEL ÁNGEL CIVERA

Bañarse con gafas de bucear en las calas de las Marinas Alta y Baja es asomarse a unos nuevos escenarios, a unos paisajes submarinos que como todos paisajes tienen unos lenguajes propios, unas cualidades, unos significados, unos valores.

Paisajes poco profundos, desconocidos por estar debajo del agua de mar y formados por sustratos, relieves, animales, vegetales, comunidades, tan variados que la tierra a su lado parece un desierto.  Y no es necesario bajar mucho, a poca muy poca profundidad, a partir de 30 cm., en uno de estos escenarios formado por cantos rodados, fondos rocosos, sedimentos y  que además suelen ser accesibles como zonas de baño, se puede  ver  una de las especies con mayor protagonismo en la historia de la ciencia, la Acetabularia acetabulum, también conocida como A. mediterranea

Alga de color blanco verdoso, inconfundible por su forma de sombrilla en verano, que es cuando alcanza su madurez. En esta fase, está formada por un rizoide que la sujeta al sustrato, un delgado talo calcificado de unos 3 a 9 centímetros de longitud y, un parasol con radios de hasta 1,5 cm de diámetro. Un organismo de una belleza y complejidad sorprendente si además se tiene en cuenta que está formado por una sola célula cuyo núcleo se aloja en la base, en el rizoide.

Estas características y el conocer su ciclo biológico llamó la atención de J. Hämmerling que en 1930 realizó una serie de experimentos de gran belleza formal y que resultaron trascendentales para el desarrollo de la ciencia. Usando dos especies de Acetabularia - A. mediterránea y A. Crenulata -, que se diferenciaban en la forma de la sombrilla, pudo comprobar que es el núcleo quien regula la formación de la misma. Se había tardado 100 años en saber cuál era la función del núcleo, en comprobar que el material genético está contenido en los núcleos de las células y a partir de ese momento todo se aceleró, el ADN fue el protagonista y de ahí se pasó, en pocas décadas, al actual boom de la biotecnología.

No ha sido esta su única contribución al mundo científico. Que una célula tenga una forma tan compleja hizo de la Acetabularia el modelo para comprender el proceso que controla cómo se desarrolla la forma que tienen las células, los tejidos, los órganos y los organismos. Sin duda, uno de los temas fundamentales de la biología actual.

 Animal-vegetal

Acetabularia acetabulum no vive sola, forma parte de una comunidad de seres vivos y desde hace más de 30 años se conoce su relación específica y sorprendente con una babosa con nombre de bolero, Elysia timida. Esta se alimenta de Acetabularia y es capaz de no digerir los cloroplastos del alga, lo que hace es retenerlos e incorporarlos a sus propios tejidos manteniéndolos en funcionamiento durante al menos 45 días. La E. timida, es a temporadas un animal-vegetal que completa su alimentación con ayuda de la fotosíntesis. Un ejemplo que  parece reforzar las teoría de la simbiosis como elemento muy importante en la evolución de las especies.

La Acetabularia tan accesible, visible, de gran belleza, todo un patrimonio científico, forma parte de unos paisajes submarinos próximos, cotidianos. Contemplarla, conocerla, es disfrutar y aprender.

Nunca es tarde