Sigrid Undset Premio Nobel de Literatura

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Por – LimaGris.com
Cuando la noruega Sigrid Undset se convirtió al catolicismo, ella ya era una escritora muy estimada, sin embargo, en la luterana noruega, la conversión de Undset no sólo se consideró sensacional; fue escandaloso. Incluso no fueron pocos, especialmente los intelectuales noruegos, los que atacaron y menospreciaron (fueron bastante crueles en ocasiones), incluso su calidad como escritora, con el resultado de que los dones literarios de Undset se despertaron en una seria respuesta en defensa de su fe y su autoestima como escritora. Consecuencia, en 1928 Sigrid Undset, ganó el Premio Nobel de Literatura. Fue la sexta mujer en ganar un Premio Nobel, y la tercera en ganarlo en el rubro de Literatura.
Su candidatura fue nominada por Helga Eng, miembro de la Academia Noruega de Ciencias y Letras. Ya anteriormente la habían nominado tres veces, pero la cuarta fue la vencida. En 1928, 48 fueron los nominados, nombres de la talla de Thomas Mann, Máximo Gorki o Henri Bergson, a este último lo nominaron tres instituciones que sumaban juntos 38 académicos, incluida la todopoderosa Academia Francesa. Y aún así la nominación de Sigrid venció a todos. Es junto a la norteamericana Pearl Buck, la mujer más joven en ganar el Premio Nobel de literatura, con solo 46 años. El galardonado con el Nobel de Literatura más joven de todos sigue siendo a la fecha Rudyard Kipling, más conocido por El libro de la selva, que tenía 41 años cuando recibió el premio de literatura en 1907.
Poco después de su colosal victoria, Sigrid fue nombrada presidenta de la Sociedad Noruega de Autores (la primera mujer en conseguir dicha posición), curiosamente la organización donde se encontraban la mayoría de sus atacantes (chúpate esa mandarina). Sencillamente, justicia poética.
Una niña aplicada y unos padres exigentes
La historia de Sigrid empieza mucho antes, en una familia intelectual. Aunque bautizada en la iglesia luterana local, y de acuerdo con la norma de la época, ella y sus dos hermanas menores, asistían con su madre regularmente a la iglesia, no obstante, sus padres eran ateos, por lo que se criaron en un medio completamente secular. Hay que resaltar que Undset pasó gran parte de su vida como agnóstica. La leyenda cuenta que estuvo a punto de nacer en Roma con motivo de unas investigaciones de su padre, pero que la enfermedad de él las hizo quedarse a su madre y a ella en Escandinavia.
Su madre por otra parte marcaría de modo determinante su vocación y pasión a las letras: “Mi madre censuraba duramente con mano de hierro los libros para niños. Todo lo que era sentimentalismo estúpido o vulgar, todo eso lo sacó de mis manos y lo despreciaba. Así que yo tenía que conformarme con Homero o con las comedias de Molière, o tal vez con los poetas italianos del Renacimiento”. Unas lecturas así, definitivamente sembrarían algo sólido.
Cabe mencionar que Sigrid empezó la escuela recién a los ocho años. Antes de ese momento, su madre le había enseñado casi todo lo que debía daber. Uno de los primeros contactos de Sigrid Undset con la poesía fue con el folklore de su pueblo, con las famosas sagas , como cuando leyó la saga de Njål . Se cuenta que solía leerle en voz alta las sagas nórdicas a su padre, que agonizaba tras una larga enfermedad. Así conoció la literatura nórdica, la época vikinga y la Edad Media.
Pero dejemos que Sigrid cuenta su historia: “La Familia de mi padre procedía de Østerdalen. El primer antepasado nuestro del que se supo algo fue un tal Peder Halvorsen que, en 1730, vivía en Grytdalen, en el valle de Sollien del río Atna, donde a algunos hombres de Østerdalen se les había permitido establecerse y cultivar la tierra. La familia de mi padre permaneció allí hasta que mi abuelo, Halvor Halvorsen, llegó a Trondhjem (…) Tomó el nombre de Undset de una aldea en la que había vivido mi abuela cuando enviudó (…) Me enviaron a una escuela dirigida por la señora Ragna Nielsen porque mi padre ya era consciente de que sus días estaban contados y estaba ansioso de que yo adquiriera una buena educación y siguiera sus pasos. La escuela de la Sra. Nielsen era mixta y estaba fuertemente comprometida con ideas educativas progresistas. ¡Jugó un papel importante en la formación de mi carácter, inspirándome con una indeleble desconfianza en el entusiasmo por tales creencias! No es que no me agradara la señora Nielsen ni que sospechara que no fuera tan noble o apegada a sus principios como parecía. No, fueron esos mismos principios los que me llenaron de un escepticismo ilimitado (…) Muchos años después encontraría una especie de respuesta en las palabras pronunciadas por San Agustín sobre el líder de los donatistas: «securus judicat orbis terrarum». En ese momento, sin embargo, mi única reacción fue enroscarme en una apretada bola de resistencia y así fue como, como un erizo, pasé mis años escolares (…) Mi padre murió en 1893 y la señora Nielsen le ofreció a mi madre educación gratuita para los tres hijos. Luego, cuando tenía catorce años, sucedió algo memorable. La Sra. Nielsen me llamó a un salón de clases vacío y me dijo que, aunque cumpliría su promesa a mi madre…
Aquí merece relatarlo como teatro o guion de cine de Bergman.
Acto I
Escena única
Interior día. Un aula vacía. Una directora y una alumna.
Sra. Nielsen: Tú, querida Sigrid, muestras tan poco interés en la escuela y hay tantos niños a quienes les encantaría estar en tu lugar y disfrutar de una educación gratuita, así que te pregunto ahora: ¿estás segura de que quieres hacer tus exámenes de acceso?
Sigrid niña: No, gracias.
Sra. Nielsen (en actitud de sorpresa nórdica, es decir con la capacidad expresiva de un aula vacía): Muy bien, ahora debes decidir sobre tu futuro como una persona adulta.
Telón
Pero volviendo al relato de Sigrid…
¡Me temo que mi comportamiento ese día fue más parecido al de un animal pequeño! La señora Nielsen cumplió su palabra en lo que respecta a mis hermanas, pero ésta fue una de las pocas decisiones en mi vida de las que nunca me arrepentí (…) Mi madre no tuvo más remedio que enviarme a una escuela comercial en Christiania. No me gustaba estar allí, pero tenía una gran ventaja sobre mi antigua escuela; ¡Nadie esperaba que me gustara nada! (…) Después entré a trabajar en una oficina y aprendí, entre otras lecciones, a hacer cosas que no me gustaban y a hacerlas bien. Permanecí allí durante diez años, desde los 17 hasta los 27. Antes de dejar esta oficina, ya se habían publicado dos de mis libros (…) Después de dejar el trabajo de oficina, me fui con una beca a Alemania e Italia”.
Y aquí empieza su historia.
Una escritora terca
Cabe mencionar que desde muy joven su padre, cada vez más enfermo al punto de acabar en una silla de ruedas, la introdujo en la investigación arqueológica por medios prácticos. Sabiendo, aún niña, que su debilitado padre condenado por esta enfermedad nerviosa degenerativa que recientemente podría identificarse como una forma de esclerosis múltiple, aprendió con ahínco el valor de la rigurosidad en la investigación, así como hizo suyo su pasión por la arqueología. Su padre era un librepensador tolerante y positivista, pero que también era un hombre elitista y austero. También es posible que, al final de su vida, Ingwald, su padre, intentara discretamente volver a la fe cristiana.
Poco después su padre fallecería a la temprana edad de 40 años. Undset solo tenía once años. Eso la marcaría a fuego.
Ya autoexiliada de su propi beca en una escuela de elite progresista, y sin posibilidades de poder continuar estudios en la universidad, soñaba con ser arqueóloga, renunció a una carrera y debió aprender un oficio rentable, estudió durante un año secretariado y consiguió un empleo en la sucursal de una empresa eléctrica alemana. Entretanto se dejaba llevar por la perturbadora atracción por la literatura, presa de una angustia suicida temporalmente borrada en el corazón en ese refugio que fue la biblioteca familiar, se dedicaría a escribir ficción.
De día trabaja y de noche lee y escribe, alimentando su secreta pasión de unir arte e investigación. Y por supuesto ser publicada.
Empezó a escribir su primera novela ambientada en la Escandinavia medieval, con gran ilusión la chica de 23 años envía su manuscrito al editor danés Gyldenthal. La respuesta es una negativa clara y seca, con un consejo categórico: “No te metas en novelas históricas; no es lo tuyo”. Rechazada, no se desanima y se lanza a escribir un segundo libro, uno más corto, una novela de ochenta páginas de corte contemporáneo, que también fue rechazado, pero ella persiste, solicita la intervención del reconocido autor Gunnar Heiberg. La obra entusiasma a Gunnar, y los editores perplejos lo releen y aprueban. La novela se publica y es un éxito. Es la historia contemporánea, en que se ofrece la publicación del diario desilusionado de un matrimonio, Fru Marte Oulie, Madame Marthe Oulie . Esta novela corta de 80 páginas comienza con esta frase: «Engañé a mi marido».
En los grises y aburridos suburbios de Oslo, una joven esposa tiene por estimulante horizonte el aburrimiento de un matrimonio estéril, las tareas de esposa y madre. Por amor maternal, la heroína sacrifica su carrera y acepta la realidad de las pruebas de la vida con la conciencia tranquila. A pesar de una fugaz alusión a la felicidad adúltera, Sigrid Undset demuestra el atractivo de una vida ideal y de este derecho a la felicidad. Sin hacer gala de un estricto programa moralista, pero sí desarrollando matices y penetración psicológica, la escritora barre con su crítica una faceta de la modernidad: la existencia de la mujer moderna (sola) que trabaja para su subsistencia o la de su familia. Para 1907 esto era bastante revolucionario.
Nace la Musa Nórdica
Con un estilo brusco e irónico, Undset publicó sus primeras novelas, del periodo que va de 1907 a 1918, dentro del realismo contemporáneo, mientras ganaba devotos lectores.
Sus libros empezaron a venderse bien entretanto empezaba el movimiento de emancipación de la mujer. En una de sus novelas la heroína es una pintora que a raíz de una crisis romántica cree que está desperdiciando su vida y se termina suicidando. En otra novela, cuenta la historia de otra mujer que logra salvarse a sí misma y a su amor de una grave crisis, de la que surge la paz de una familia segura.
En un viaje a Roma, Undset conoce a su futuro esposo, a Anders Castus Svarstad, un pintor noruego. Svarstad era casado y tenía tres hijos en Noruega. Tres años pasaron antes que Svarstad se divorciara de su primera esposa.
Undset y Svarstad se casaron y tuvieron dos hijos. En la casa también acogió a los tres hijos de Svarstad de su primer matrimonio. Fueron años difíciles: su segundo hijo, una niña, tenía una discapacidad mental, al igual que uno de los hijos de Svarstad con su primera esposa. Sin embargo, cuando estaba esperando a su tercer hijo, el matrimonio se rompió y se produjo el divorcio. Era 1919.
Una inclinación religiosa
Después de su divorcio se enfocará en su gran pasión, la Edad Media, investigará en códices y leyendas, así como visitará monasterios e iglesias hasta volverse en una autoridad sobre la época.
El fracaso de su matrimonio, la Primera Guerra Mundial, y el declive moral de su época produjeron en Undset una crisis personal profunda. Su escepticismo agnóstico dio paso al cristianismo, cuando en 1917, Undset desarrolló un interés apasionado por las novelas de monseñor Robert Hugh Benson, muchos de cuyos escritos traduciría al noruego.
Para esto, hay que saber que Monseñor Benson era toda una referencia de la Belle Epoque, pues siendo el hijo del Arzobispo de Canterbury escandalizó a todo el imperio británico cuando se convirtió a católico y poco después se hizo sacerdote. Benson escribió una serie de novelas de ciencia ficción, siendo una de estas la novela de culto, El señor del mundo (1907), se considera generalmente como una de las primeras novelas distópicas modernas. En el especulativo 2007, según la imaginación de Benson, la Iglesia Anglicana y otras denominaciones protestantes se han desmoronado y desaparecido bajo una marea creciente de secularismo y ateísmo, dejando a una Iglesia Católica acosada como la única defensora de la verdad cristiana. También describe como las naciones están equipadas con armas que pueden destruir una ciudad entera desde el aire en cuestión de minutos, así como referir que la eutanasia se practica ampliamente y se considera un avance moral en la sociedad. El Anticristo a su vez es representado como un liberal secular carismático que organiza un organismo internacional dedicado a la paz y el amor mundial bajo su dirección (¿soy yo o se parece mucho a nuestro mundo?).
Finalmente, después de una minuciosa instrucción por parte del sacerdote de su parroquia, Undset fue recibida en la Iglesia Católica en noviembre de 1924. Tenía 42 años. Posteriormente se convirtió en dominicana laica.
En ese periodo, Undset innova en su defensa de la religión a través de la literatura, es de destacar que El maestro de Hestviken, escrito inmediatamente después de la conversión de Undset, se desarrolla en un período histórico en el que Noruega era católica. También son importantes sus ensayos sobre los mártires católicos ingleses de la época isabelina, como son el caso de Margaret Clitherow y Robert Southwell, los cuales fueron recopilados y publicados en Stages on the Road. Además, la Saga de los Santos de Undset contó toda la historia de Noruega a través de las vidas de los santos y venerables noruegos.
En mayo de 1928, Undset viajó a Inglaterra y visitó a GK Chesterton y Hilaire Belloc, cuyos escritos más tarde traduciría al noruego. Según la leyenda, Undset entró una vez en la oficina del director de la monolítica editorial Aschehoug. Luego, Undset arrojó una copia de El hombre eterno de Chesterton sobre el escritorio del gerente y exclamó: “¡Éste es el mejor libro jamás escrito! ¡Tiene que traducirse al noruego!”. La propia traducción de Undset de El hombre eterno se publicó en 1931.
Herr Hitler toca a la puerta
En 1939 murió su hija discapacitada, Mosse. Desde entonces ya no la oirá gritar. Para hacer desaparecer el ruido del reloj y su efecto de abandono, alojó a niños finlandeses en sus casas durante la Guerra de Invierno en Lillehammer. Luego, después de sus juegos y llantos despreocupados, llega la molesta soledad de los días normales. La de soportar la vida sin problemas.
Comenzada la Segunda Guerra Mundial, y con motivo de la invasión de Finlandia por parte de Stalin, Undset apoyó el esfuerzo bélico finlandés donando su Premio Nobel el 25 de enero de 1940.
Como Undset era una férrea crítica a Adolf Hitler y la Alemania Nazi, cuando finalmente Alemania invadió Noruega en abril de 1940, Undset se vio obligado a huir para evitar caer en manos de la Gestapo. Sus libros fueron prohibidos en Noruega. Primero huyó a Suecia, en dónde se enteró que su hijo mayor, el segundo teniente del ejército noruego Anders Svarstad, murió en combate a la edad de 27 años, el 27 de abril de 1940, mientras defendía el puente Segalstad en Gausdal de las tropas alemanas. Poco antes del estallido de la guerra, la hija enferma de Undset había muerto. Su casa en Bjerkebæk fue requisado por la Wehrmacht y utilizado como cuartel de oficiales durante la ocupación de Noruega.
En 1940, Undset y su hijo menor abandonaron la neutral Suecia y luego de cruzar la Unión Soviética a través del ferrocarril Transiberiano, lograron llegar como refugiados políticos a los Estados Unidos. Allí, defendió incansablemente la causa de la Noruega ocupada. Vivía en Brooklyn Heights, Nueva York. Participó activamente en la Liga Católica Escandinava de St. Ansgar y escribió varios artículos para su boletín.
El eficaz combatiente de la resistencia que fue en el exilio, regresó en agosto de 1945 a una Noruega devastada por la Segunda Guerra Mundial. Su finca en Bjerkebaek fue de nuevo habitada, después de ser destrozada y devastada en 1944 por oficiales alemanes. Lo reparó a finales del verano de 1945, pero luego quedó agotada y enferma.
En 1946, la embajada soviética anunció la prohibición de su último libro escrito en el exilio, Regreso al futuro, una buena señal si se toma en cuenta que lo prohíbe un régimen totalitario. En 1947, intentó traducir estos diversos escritos originalmente redactados en inglés al noruego. El manuscrito de Catalina de Siena, un libro sobre el que venía trabajando durante toda la guerrafue rechazado por el editor estadounidense que lo había encargado.
Cada vez más postrada en cama, en 1949, con motivo de su 65 cumpleaños, se convirtió sin esperarlo en la primera mujer condecorada con la Gran Cruz de la Orden de San Olaf. El mismo viejo rey de Noruega, Haakon, sintiendo el final de su voz al otro lado del Atlántico, fue a su casa para entregarle personalmente la insignia de su orden.
Sigrid murió poco después, venerada por todos y respetada en especial por sus propios y nada escasos objetores.
Significado de una escritora
Desde su irrupción, Sigrid Undset luchó desde la literatura contra ese individualismo feroz y naturalista de ese otro gran titán escandinavo que era Knut Hamsun . El pensamiento de Hamsun es el de una embriaguez teatral, de una inmanencia interior poseída por el placer o el sufrimiento, desviando al ser en su búsqueda de lucidez y comprensión. Y esta mujer, madre de familia, y ya desde su época en proceso de redención, sólo puede buscar y encontrar los caminos de la sinceridad, sea en su trabajo romántico, sea en su vida espiritual, sea en lo cotidiana. Así como existe la ilusión por una vida ideal, también existe la ilusión de un arte supremo, su aspiración era la perfección en la realidad.
Sigrid Undset es la novelista de las mujeres en la sociedad, para bien del hogar construido en sonrisas y pruebas. Inspirándose en la herencia literaria de Ibsen y rechazando el individualismo hamsuniano, que conduce a un retorno falsificado a la tierra en el sentido de una mal comprendida ecología, y a un rechazo del progreso nihilista, la autora afirma los deberes de esposa y madre. Y lo hace sin miedo ni remilgos.
Una dura crítica del feminismo
También fue una celosa opositora al feminismo moral. Sigrid Undset no deja de afirmar que existe un papel femenino insuperable, que exige amor, coraje, fe, devoción… Parece ocupar un lugar especial en la historia de las mujeres en Noruega, porque no es feminista. Afirma que el lugar de la mujer es el hogar, cuidando de sus hijos, y que eso no va en contra de una mujer que trabaja y lleva el pan a sus cachorros: es en esta fuente de realización donde se realiza plenamente. El deber femenino en el hogar se muestra en las novelas Primavera y Las vírgenes sabias, publicadas respectivamente en 1914 y 1918. Durante este período, no es inocente que Sigrid, una treintañera realizada, experimentó un fugaz período de plenitud en su matrimonio. Vida que nunca volverá. Pero el lúcido escritor no ignora que la defensa del hogar es un largo camino salpicado de pruebas y que el amor tiene tintes crueles. Pero hay que hacerlo perdurar, no rendirse, no desintegrar este milagro de que los dos se vuelvan uno que es la pareja a pesar de todo fiel, de estos dos que se vuelvan múltiples que es el hogar. Esto me acordar al Padre Antonio cuando me habla del amor, que los esposos no son necesariamente unos enamorados eternos, sino que, desde el realismo más áspero, son una compañía que se ama, muchas veces con un sentimiento a flor de piel cada diez días, pero que el amor son las obras. Obras cotidianas como cuando la esposa le prepara la cena, aunque sea solo una vez al año, o pregunta cómo le fue, y en el caso del esposo cuando decide volver a casa al terminar el trabajo, en lugar de ir a otro lugar con los “amigos”. Esos gestos cotidianos son obras, y el amor son hechos de todos los días. Eso mismo entendía Sigrid Undset.
Siguiendo los preceptos de la educación de su padre, considera como puntos de anclaje los valores tradicionales y el largo pasado nacional con lejano prestigio. Pero no valida felizmente las tradiciones, los valores se heredan, adaptan y moldean a un mundo concreto y cambiante del que siempre se preocupa por el análisis moral y religioso.
Sigrid Undset lideró una reacción contra el feminismo politizado que proyecta la liberación del hogar de la tutela de los hombres para lograr una vida social plena. Se niega a ver al hombre sólo como un títere débil y cobarde y defiende el hogar y los dolores que éste implica, empezando por los dolores del parto. En realidad, la existencia sin hogar está vacía. Crear un hogar está mucho más allá de la posibilidad de un vínculo de licitación.
Es obvio que, si las mujeres tienen deberes abrumadores, también tienen derechos emancipadores. Sigrid Undset, superada la desgarradora crisis de su relación que sacrifica por la continuidad del hogar al servicio de sus hijos, es una creyente que encuentra en la fe el sentido de lo que vive y escribe. Esta buena tomista no cuestiona los dogmas, pero llama la atención que admitiera tarde que el movimiento feminista de la década de 1880 había sido necesario, mientras que, al comienzo de su carrera literaria, que algunos comentaristas críticos califican de atea cuando probablemente no lo era ¡En el fondo era deísta y lo consideraba infundado!
Finalmente, los valores espirituales undsetianos son simples, la libertad se diferencia de la anarquía, la igualdad de ninguna manera conduce al igualitarismo, el amor y la fraternidad no deben conducir a tonterías. Esta mujer con un arte rigurosamente realista desea reformas morales y responsables. Expresó una gran desconfianza hacia cualquier filosofía con una base religiosa o estética oculta.
Para Amando Lázaro, “el principio religioso llevó a Sigrid Undset a la novela monumental, construida con materiales históricos y psicológicos, sobre la base religiosa del pecado, la confesión y la expiación. El pecado que no se confiesa al ministro de Dios pero que este absuelva al pecador y le imponga la penitencia expiatoria es una infección que corroe el alma y que infecta a su vez a cuantos rodean al que pecó. Sobre ese eje gira la multivaria [sic] acción de OlavAudunsson […]. Sigrid Undset establece, pues, como suprema lección de su novela, el principio católico de la confesión, frente al luterano del arrepentimiento íntimo y de la reparación espontánea”. En resumidas cuentas, y desde la experiencia más allá de lo individual e histórico de Sigrid, arrepentirse sin confesarse tiene tanta gracia como darse a uno mismo el perdón, y eso, yo desde mi condición de pecador, se que es insuficiente, demasiado insuficiente. Y yo como Sigrid tengo hambre de totalidad.
Se van los días
Sigrid tenía la costumbre de escribir sola de noche mientrastomaba café y fumaba cigarrillos. Cómo comprenderán una escritora así me tiene necesariamente que caer bien.
Si estuvieron por Noruega allá entre 1999 y 2019, quizá la hayan visto en el anverso de un billete de quinientas coronas noruegas que estuvo en circulación.
Una carta a Nini Roll Anker, su amiga, Sigrid escribió:
“Creo que si entiendo tan bien nuestra época es porque siempre he tenido una época desaparecida para compararla”.
En la página web oficial del Premio Nobel, describe la motivación de su premio de 1928: “principalmente por sus poderosas descripciones de la vida en el Norte durante la Edad Media”.
También la misma página menciona:
“Sus obras posteriores están determinadas por la experiencia de su conversión religiosa y son principalmente de carácter apologético. Gymnadenia (1929) [ La orquídea salvaje], Den brænnende busk (1930) [La zarza ardiente], Ida Elisabeth (1932) y Den trofaste hustru (1936) [ La esposa fiel] abordan temas contemporáneos. Madame Dorothea (1939) es una novela histórica. Su biografía de Catalina de Siena se publicó póstumamente en 1951. Sigrid Undset es autora de los volúmenes autobiográficos Etapper (1929 y 1933) [ Etapas en el camino] y Elleve aar (1934) [ Los años más largos]”.
Su obra no solo versa sobre un remoto pasado católico de su tierra, si no que es una arqueología de sus propios dilemas y esperanzas. Finalmente, como recientemente dijo el actual Premio Nobel noruego, Jon Fosse, y que seguramente coincide con Sigrid Undset: yo solo escribo para sobrevivir y para Dios. Lo cual me recuerda a cierta autora inca que tiene temperamento de vikinga.

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